Tomar el bus en Suiza puede provocar cierta confusión entre los busistas de otros lados.
Esta confusión origina en el hecho de que no hay como pagar. Si le ofreces una moneda al chofer te quedará viendo, replicando tu cara de impotencia. Qué es pues? Te ha de decir. Propina?
Cuando se pregunta que son las conjeturas de las políticas públicas de un estado se puede aprender mucho sobre sus pueblos.
En el caso de Suiza, por ejemplo, país que admiro como el patrón oro de las políticas públicas, sus conjeturas son los siguientes:
1.) valoramos la eficiencia encima de cualquier otra cosa
2.) la gente en general es buena.
En el bus esto se refleja en cómo se colecciona las tarifas para pagar el transporte público. En valorar la eficiencia se han dado cuenta de que cobrar hace demorar el bus, haciendo que su llegada sea impredecible. Al quitar esta responsabilidad del chofer, él puede concentrarse en cumplir con el horario pre-designado y cuyo cumplimiento es esperado por sus usuarios.
Segundo, el no cobrar en el bus (o el tren) manda el mensaje que los burócratas suizos creen que la mayoría de la gente es buena y si va a pagar.
En mi experiencia ésta conjetura es la más difícil para las personas extranjeras entender y extender a su propio pueblo. Se asume que los suizos son una suerte de gente especial, genéticamente modificada por sus siglos de comer queso bendito y chocolate sagrado para ser destinados al obedecer y hace cumplir la ley.
Aunque la cultura si pesa en estas decisiones, en Ginebra, donde viví hasta recién, un 40% de la población nace en algún otro país, lo cual significa o solo los buenos van a vivir en Suiza o la cultura que incluye respeto a la ley es una construcción social. Si es así y aceptamos esa teoría significa que la podemos replicar en otros lados del mundo, incluyendo en el Ecuador.
Entonces cómo funciona? En cada parada del bus o tren hay una máquina para comprar boletos por horas, por distancia, o por día. También existen por la ciudad varios kioskos donde se puede comprar tickets semanales, mensuales, o anuales. Aunque cada cantón tiene su propia organización responsable para el transporte público, todos son integrados, lo cual permite que la gente vagabundee de un lado al otro sin mayor trámite.
Al mismo tiempo, si viajes en el bus mucho en algún momento te encuentras con un controlador. Los controladores suben de vez en cuando a verificar que todos los pasajeros tengan un billete vigente (viajaba todos los días en el bus y los veía al promedio una vez al mes). Suben 4-5 controladores al mismo tiempo y pueden recorrer un bus entero entre una parada y otra. Si no tienes un ticket te hacen bajar y te multan entre 70-100 dólares.
Este tipo de desincentivo que se realiza a través de inspección sorpresa funciona. Por un lado permite que el transporte público haga cumplir su financiamiento. Aunque no bloquea todo abuso, disminuye el costo de controlar. Además, por ser tan eficiente y fiable, más gente usa el transporte público como su manera principal de andar, lo cual genera más ingresos.
La clave en esta política pública es poder calcular y valorar los costos no tangibles. Por ejemplo, al insistir en que el busero cobre y controle el uso del sistema de transporte publico causa una demora en el sistema que tiene consecuencias que afectan la cantidad de gente que lo usa cómo manera principal de trasladarse.
La demora de un bus, por ejemplo, reduce la velocidad de otros porque comparten paradas. Se enteraron los suizos entonces que el costo de controlar iba a ser más que el costo del abuso. Las inspecciones sorpresa ofrece un desincentivo porque la multa es desproporcionada al servicio brindando. Se puede correr el riesgo de no pagar, pero si usas el sistema mucho en algún momento te van a encontrar.
Qué quiero decir con todo esto? No quiero decir que todos nos hagamos suizos mañana y quitamos todo tipo de control en los buses y otros sistemas compartidos.
Lo que quiero decir es que la construcción de una cultura que confina y da el beneficio de la duda y tiene como conjetura la confianza en el cumplimiento de la ciudadanía se demora en hacer pero es una meta noble.
La creencia de que nosotros mismos somos buenos pero los demás son malos tiene un costo que nos perjudica en la construcción de políticas públicas que nos facilita la vida. El poder calcular ese costo debe ser la meta de cualquier persona que construye políticas públicas.
Si es que lo logramos hacer capaz nos sorprenden las políticas que creamos, o capaz nos sorprendemos a nosotros mismos.