Escrito por Matthew Carpenter-Arévalo @EcuaMatt
Redacción por Andrés Obando @AndresObro
Si podríamos convertir toda la energía que se gasta en putear al pobre alcalde sobre el tráfico de Quito, ya no sería necesario explotar al Yasuní porque tanta energía nos sobraría.
Dado que la tecnología para extraer energía útil de puteadas aún no existe, propongo que nos paremos en fila a todos los alcaldes de Quito de los últimos 40 años que siguen vivos, incluyendo el amado dueño de mi querida Liga de Quito, y les damos una palmadita en las nalgas a cada uno (por más cruel que sea, es mejor que el castigo que se aplica a los alcaldes de Guayaquil).
Digo así porque los problemas de hoy son justamente el resultado de la mala planificación de ayer y la cultura de hacer políticas públicas retroactivamente. No hay ni un alcalde que se salva de este análisis.
Por más que les complace a algunos pensar que el alcalde de la lista 35 tiene la culpa de que no pueden llegar rápidamente a su casa, si somos honestos distribuiremos bien la culpa a todos los anteriores alcaldes de Quito también, porque el costo de tu tiempo de hoy corresponde a la oportunidad mal aprovechada de ayer. La infraestructura vial y el transporte público no son sistemas que se crean en 3 años. Si son malos tenemos que buscar más allá del fin de nuestras narices para buscar su origen.
Una vez satisfechos que hemos logrado expresar bien nuestro malestar a los alcaldes, viene el momento en que nos tenemos que ver en el espejo y aceptar nuestra responsabilidad.
Si vivimos muy lejos de donde trabajamos, tenemos parte de la culpa.
Si andamos solos en el auto durante las horas pico, también somos parte del problema.
Si manejamos rápido y mal, si faltamos respeto al peatón y al ciclista, si entramos en el cruce cuando la luz está por hacerse rojo también somos parte del problema.
Si manejamos con una actitud egoísta, sin lograr conectar cómo nuestras acciones al nivel micro causan problemas al nivel macro, pues somos parte del problema.
El mal estado de movilización tiene dos lados: un lado es estructural y el otro lado es cultural. El lado estructural será tema de este blog durante los siguientes días.
El lado cultural nos corresponde a cada uno porque mientras más malos sean los problemas estructurales, nosotros que vivimos en Quito hacemos que el problema sea mucho peor.
Por ejemplo, el hecho de que la movilización requiere de tantos policías municipales para hacer cumplir con la ley es un gasto enorme.
El hecho de que haya tantos que manejan sin consideración para otros, y nadie, incluyendo sus familiares y amigos, les dice nada, empeora la situación.
Por hacer más peligrosas las vías para peatones y ciclistas estamos desanimando a gente que prefiere no tomar su carro.
Es decir que cada vez que amenazas la vida de un ciclista le estás diciendo que debe volver a subirse en su carro, lo cual causa más congestión.
A pesar de que todos estaríamos mejor si habrían miles de ciclistas más y miles de carros menos, no logramos ver que el esfuerzo mínimo que requiere respetar al ciclista se duplica por todos los choferes que hay. Mientras más fácil hacemos la movilización de los ciclistas, más rápido llegan los choferes a sus casas.
No quiero ser demasiado pesimista en analizar el tema, pero cuando hablo con gente sobre el tráfico en Quito me parece que la única manera que vamos a poder tener una conversación seria sobre posibles soluciones es aceptar la necesidad de que cada uno de nosotros, sin la aplicación de castigos y sanciones, tenemos que responsabilizarnos por nuestras contribuciones al problema y mejorar nuestro comportamiento vial.
Comienzo entonces: yo quiero que el problema de la congestión en Quito se mejore. Yo también reconozco que soy parte del problema. Ya establecida la culpa hablemos de soluciones.